¿Por qué las asociaciones de padres están en pie de guerra al respecto?
Y más allá, ¿por qué nos permitimos todos intentar regular todo?
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Cuando voy por ejemplo a la compra, ¿me planteo regular como el encargado del supermercado dispone los productos en los paneles?, es verdad, quizá no sea comparable y estoy banalizando, pero quería forzar un poco de reflexión sobre esa necesidad que a todos nos levanta cuando de educación se trata. Y ¿saben ustedes por qué me preocupa esto más? Porque considero que forma parte de una pérdida de posición "social" del docente, otra forma más de que seamos marionetas de hilos invisibles.
Soy docente, y creo que vocacional. Soy de esos que hemos pasado por todos los niveles educativos, que he estado en pública, concertada y privada, que he dado asignaturas de distintas ramas -desde mis matemáticas, lengua, cocina, ciencias naturales, y otras más-. Sigo siendo docente y confieso que no estoy cansada, porque me parece la profesión más bella que se puede tener, ¡qué voy a decir yo!. Y mi vocación he de agradecerla a mis profesores, desde aquel primer colegio a la entrada del casco antiguo conquense, a los que más tarde tuve en la universidad, o a los que me acompañan en el quehacer diario, o a esos alumnos y alumnas que siempre consideré pequeños enseñantes potenciales. Y digo ésto no como egocentrismo, sino para justificar que conozco el sistema educativo desde fuera y desde dentro, y que creo que estamos entrando en extremos queriendo protocolizar todo.
¿Quién no ha oído últimamente casos del tipo? ... "el centro X quita los libros", "la escuela Y prohibe los deberes escolares", "el colegio Z no tiene exámenes", ... y yo me pregunto, ¿y si lo necesitas no puedes? y el profesor Pascual, del centro X, o del Y o el Z necesita una de esas prácticas en algún momento, ¿puede acudir a ellas?.
Lo siento, si ofendo a alguien, pero quiero manifestar mi protesta antes esas regulaciones en un espacio como "la escuela", que debe tener movimiento y sobre todo libertad, enseñando además a los niños a vivir esa libertad desde su propia consciencia.
Los deberes, ¿qué es lo que estamos juzgando?, las noticias -unas apoyadas en el informe de la OCDE, otras desde experiencias personales- hablan de prohibición y/o regulación, pero vamos a pensar ¡las cosas dependen del niño, de la edad, de la materia... y mejor aún todo depende de la naturaleza de la tarea, ¡no intentemos regular todo!.
Defiendo los deberes, como madre, defiendo que mis hijos adquieran esa responsabilidad cada tarde, y más aún que les apetezca enormemente llegar a casa para hacerlo; defiendo también que jueguen y por qué no, que se aburran.
Defiendo los deberes, como docente, defiendo que los chicos/as puedan ir interiorizando lo que aprehedieron en el aula, pero lo hago como ruptura. No es cuestión de muchas horas, sino de efectividad en los minutos.
Y como docente, también quiero reconocer la dificultad que siempre ha sido diseñar tareas que respondieran a esa idea: motivación, autoevaluación, búsqueda, investigación, creatividad, ... pero esforzándose y trabajando en equipo se consigue, y sobre todo conociendo a mis alumnos/as a todos y a cada uno, tengo una oportunidad de ayudar a una formación como persona, desde la singularidad como potencial.
Por ello, me preocupa, que se intente atar al docente, que se le convierta en el protagonista de las conversaciones de padres, que se intente regular todo en los escenarios educativos, ..., me preocupa, que no nos preocupemos, valga la redundancia, que necesitamos formación para conseguir estas situaciones de ruptura. Pero dejemos de fiscalizar y vamos a construir.
Ayudemos a los profesores, en vez de hablar de ellos en los grupos de whatsapp, ayudemos a nuestros niños a estar preparados para una sociedad de mañana que hoy no conocemos.
Quizá... todo sea más fácil si en vez de llamarles "deberes" les ponemos un nombre distinto, ¿es solamente eso?
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