9 nov 2016

Reflexión y emoción, en política y en la escuela

La noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, caía el muro de Berlín. El muro era mucho más que un puñado de piedras que se esparcieron como recuerdos por todo el mundo, aún recuerdo haber ido al Conde Duque a ver una exposición con imágenes y restos de aquel muro, teníamos por entonces tremendas ganas de vivir la historia en primera persona.
Y ¿por qué hablo hoy de esto? Pues porque las elecciones de Estados Unidos, parecen haber sacado a la luz momentos de incertidumbre, y los mensajes de hoy han sido catastrofistas, hablando de "lo que vendrá" como si el resultado fuese un gran huracán que esta vez no se quedará en la costa americana sino que amenaza con llegar a Europa y que parece va a levantar de nuevo muros cargados de dolor y llanto.

Fuente: Pixabay
Surgen muchas preguntas que se resumen en una: ¿Por qué ganó Trump?, y una única respuesta también: Porque tiene más votos. Ahora quiero reflexionar sobre ello, y no como analista política que no tengo ni idea de ello, sino como conocedora de la escuela y lo que está pasando en ella, porque las decisiones que tomamos de adultos se forjan en la familia y en la escuela.
Voy a comenzar por la poca importancia que damos en la escuela a la historia como elemento de aprendizaje, bien dicen eso de que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra", y esto es porque no sabe en qué parte del camino estaba si nadie le cuenta dónde se encontraba. La historia nos habla de errores y virtudes del pasado de los que podemos aprender, allá desde la Grecia antigua podemos encontrar ejemplos que nos encaminarían a mejores puertos de los que estamos llegando.
Pero hay otra cosa que la escuela está perdiendo con el paso del tiempo, el tiempo de reflexión frente a la cultura de lo inmediato. En la actualidad los chicos miran al hoy, como lejos al minuto posterior, pero la escuela no está siendo capaz de enseñar a mirar a lo lejos. Pensemos en un ejemplo, sobre la forma de trabajar; hace pocos años para localizar información acudíamos a la biblioteca, o rebuscábamos en las estanterías de casa para localizar información, teníamos un tiempo para planificar la tarea y localizar lo útil. Ahora todo es más rápido, el tiempo no va más allá de encender el pc, el buscador casi como un asistente personal nos suele solucionar el panorama de búsqueda. Así que el tiempo de reflexión se perdió, porque además ese aparato te engancha y de una cosa te pones a mirar otra y siempre con la mente atenta en el transcurrir de párrafos, páginas y aplicaciones. Tenemos toda la información frente a la emoción.
Y voy a ir por la tercera de las razones, que quizá como educadora es la que más me preocupa, y que es consecuencia inmediata de las dos anteriores. Creo que el mensaje político que está triunfando está sustentado en la provocación a las personas causando esa emoción que les falta, lo peor es que son emociones de un segundo, de un algo que remueve por dentro pero que no permanecerá mucho tiempo porque no somos capaces de reflexionar sobre ello. Si no, ¿qué sentido tiene que un mensaje despectivo a las mujeres puede hacer que las mujeres le den su apoyo? por ejemplo. Y esa provocación, da lugar a acciones de ruptura, por las que en días como hoy todo son lamentos.
Ahora, ¿qué vamos a conseguir desde ese lamento? No nos dejemos llevar por los mensajes de catástrofe y apocalipsis, vivamos con emoción, y enseñemos a reflexionar en las escuelas. No perdamos las humanidades, porque solo apoyándonos en ellas podremos mejorar el mañana.


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