22 sept 2016

¿De qué sirve innovar si me van a EXAMINAR?



Comienza el curso, energías renovadas, el que más y el que menos ha leído algo sobre metodología, … y trae un firme deseo de “este año voy a hacer en mi aula…”.


¡Qué bonitos deseos que rápido se convierten en oscuros pensamientos!.
Cada día tengo más claro que hay que cambiar, que no podemos seguir con la enseñanza tradicional basada en un modelo unidireccional que uno habla y los otros escuchan. El escenario educativo tiene que plantearse en unas condiciones de mayor igualdad, el docente guía pero en un mismo plano dentro del escenario, aportando herramientas que faciliten al estudiante la indagación. Claro está que es el docente el que debe facilitar que el estudiante consolide el conocimiento, utilizando herramientas metodológicas que ayuden a ese transvase.
Son muchos los docentes los que hacen tremendos esfuerzos por cambiar estos modelos obsoletos, se forman, comparten espacios en red, leen, viajan, … construyen en definitiva para garantizar que esos muchachos y muchachas que están en las aulas aprendan los contenidos y además crezcan como personas. A veces es difícil, con unas ratios muy altas, diría yo que más que nunca por los casos cercanos que conozco y con pocos recursos, que los van superando con un poquito de imaginación; y es que en los últimos años se ha invertido mucho pero parece que solo se ha pensado en el recurso tecnológico, y ahora tenemos tremendas pizarras digitales pero nos faltan cartulinas de colores.
Pero… todo eso se cae como llevado por el viento cuando llega la evaluación. Muchos profesores se sienten carentes de recursos para plantear una evaluación de proceso, y otros que tienen recursos, han tirado la toalla porque total… luego vienen las reválidas en cualquiera de sus variantes -y no hablo de las marcadas por el Estado únicamente- y limitan el éxito o no a la respuesta acertada o errónea ¿Cómo puede ser que todo ese transvase de conocimiento y creatividad se limite a una decisión dicotómica? Tenemos que apuntar a ese espacio, el momento de la evaluación, que desde mi planteamiento no puede ser al final, ni ser cerrada, sino que debe ser de proceso, rica en informaciones, contrastada, variada, … y sobre todo no fundamentada en una prueba escrita con huecos delimitantes, que parece no perseguir otra cosa que hacer ciudadanos limitados a conseguir éxitos según los recuadros de un examen.

1 comentario:

  1. Una vez más, muy de acuerdo contigo. Algunas personas creen que abogar por otro tipo de evaluación es una forma oculta de pereza por parte de los profesores, cuando, en realidad, es todo lo contrario; es estar pendiente en todo momento de los avances y retrocesos de cada niño. No solo para clasificar sino, y sobre todo, para ayudarle a potenciar sus puntos fuertes y ayudarle a que refuerce los débiles y también para que aprenda a ser autorreflexivo. ¿Cada cuánto se comprueba, cuando vamos conduciendo un coche, si estamos en la buena dirección? Continuamente. Pues igual en la vida escolar y académica. Los remedios se deben aplicar lo antes posible, nada más detectar los problemas.

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