15 mar 2020

Aislarse o aprender a percibir

Pocas cosas han cambiado para mí en el día a día, y sin embargo, las sensaciones me han hecho percibir mi cuerpo y mi mente de otra manera, para descubrir un yo que estaba dentro y que no había salido antes por aquí.

Fuente de imagen: https://pixabay.com/es/photos/pueblo-adulto-uno-mujer-3151748/
Hace varias semanas que había vuelto a la docencia online, una lesión en mi pie había hecho que volviese a una situación en la que he estado unos cuántos años de manera previa, pero que desde hacía casi tres había dejado. Así, mi día a día hasta el miércoles ha sido en casa, exactamente igual que lo que hacía antes, pero desde entonces iniciamos nuestro aislamiento familiar en casa. 
Muchos días me duchaba, vestía, y me sentaba delante del pc, pausas para las necesidades básicas y para moverme por la casa o hacer la rehabilitación con mi pie; algunos días acudía a alguna escuela, por compromisos contraídos de manera previa, caminando despacito.
Pero desde el miércoles esa situación ha sido diferente aún no debiendo serlo, y no por tener a los niños en casa, que por otro lado están súper concienciados y organizados con su día a día, sino por las sensaciones que estamos viendo, y que me gustaría compartir.
La mañana empieza como siempre, abriendo la ventana para airear la casa, y lo que antes eran movimientos rápidos, no pensados, y casi automáticos, ahora son momentos de asomarse al mundo, respirar de manera profunda esa bocanada de aire del exterior, mirar a la ventana de enfrente esperando encontrar algún vecino al otro lado del cristal, mirar los carteles que hay en algunos balcones con arcoiris y palabras de ánimo, descubrir cada una de las plantas del jardín de la calle o percibir cómo crecen las plantas de mi ventana cada día, y pensar que las que hoy tienen capullos igual mañana tienen flores.
En mi portal hay un cartel, los chavales del tercero se ofrecen a hacer la compra a los mayores de la comunidad, así me he enterado que viven dos chicos y una chica, supongo que antes me los habré encontrado en la escalera pero nunca había pensado dónde vivían o quienes eran.
Cuando salí a tender la ropa, la vecina de enfrente hacía lo mismo, otras veces un buenos días hubiese sido suficiente para volver a mis pinzas y estirar mi ropa sobre la cuerda, pero esta vez hubo una conversación de ánimo y consuelo, un ofrecimiento de ayuda por lo que pueda pasar, y varias sonrisas que casi se sintieron como abrazos.
Anoche salimos a la ventana a aplaudir, solo recordarlo ahora se entrecorta la respiración y se empañan mis ojos, descubrí en qué casas de la nueva urbanización del otro lado de la calle viven nuevas personas, y me emocionó ver a la gente unirse en este gesto gratuito que a todos nos aceleró el corazón como si estuviésemos fundidos en el mejor de los abrazos. En esos breves momentos me acordé de manera rápida de todas las personas que están cuidando la salud de otros, que están en los supermercados y farmacias dándonos servicio, que limpian las calles aunque parezcan desiertas, ... esos momentos rompieron el silencio de los últimos días, ese silencio que Madrid no conocía antes, ese silencio que se clava en el pecho haciéndote saber que la situación no es la de siempre. Me acordé de esas personas, y de las familias que las esperan con la angustia de no saber si estarán bien o no tan bien.
Entrar en la red es encontrar a gente que ofrece su ayuda, médicos, profesores, enfermeras, ... mucha gente anónima que siempre han estado ahí y en los que no me había fijado hasta ahora, pero que aseguro a partir de ahora leeré de otra manera, o intentaré estar más pendiente de sus historias y sus aportes en las redes.
Así estoy siendo mucho más consciente de todo lo que hay a mi alrededor, estoy aprendiendo a vivir el tiempo, a vivir los minutos desde sus sesenta segundos. Y en el fondo quiero decir que me está gustando esta sensación de descubrimiento que estoy teniendo, porque más que nunca he de dar gracias de todo lo pequeño que tengo porque si de algo estoy siendo consciente, es de que estamos en una sociedad de individualidades que esta situación nos está haciendo vivir desde el colectivo, y enseñándonos que el cuidado y la atención no es de cada uno de nosotros, sino de todos juntos, y que una mala praxis individual hace daño al colectivo, y sin embargo una acción individual fuerte nos hace beneficiarnos a todos de manera exponencial. 
Esto me ha hecho tener una necesidad de saber de mis amigos, y qué maravillosa posibilidad de poder contactar con los vecinos de la puerta de al lado, con la familia de lejos, y con los amigos de más lejos aún. Mandar y recibir abrazos, que casi tienen tacto; escuchar y ser escuchada; y sobre todo, hacer planes de futuro de los de verdad, de los simples como tomar un vino en casa o acudir a un concierto al aire libre, porque esa simplicidad de las situaciones hacen la vida grande y nos hacen valorar a esas personas que tenemos con nosotros y junto a los que construir sueños.
No dejemos de percibir, de vivir, de construir y de soñar. De valorar estos días junto a nuestra familia, ver a los niños crecer siendo conscientes de esa realidad que a veces desde su levedad pasa desapercibida, pero que es bella si sabemos observarla con calma. 
Y como profe, no quiero terminar sin dar una recomendación a los profesores que se van a estrenar como docentes online, porque con esta situación inicié mi relato. Planifica tu tiempo, hazte un calendario claro y respétalo dejando tiempo para todo, no te pierdas navegando por la red porque la cantidad de información puede absorberte como si fuese un agujero negro, no planifiques demasiadas tareas para los estudiantes y déjales a ellos también la posibilidad de indagación. Haz una lista de objetivos, realistas y no más de tres, que puedas ir cumpliendo poco a poco.
Y sonríe, porque de cada situación hemos de saber adquirir un aprendizaje, y para mí este ha sido descubrir mi capacidad de percibir que la locura del día a día me había robado, y que ahora tanto bien me está haciendo porque esa intangibilidad de los bienes es lo que realmente justifica la razón de vivir.

#nosotros nos quedamos en casa
#gracias a todos los que nos cuidan

1 comentario:

  1. Eres genial...me he sentido identificada con esas nuevas sensaciones de introspección...gracias por compartirlo. U abrazo

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