En distintas ocasiones, en este y otros espacios, he hablado
de los museos de las matemáticas a modo de recomendaciones de lo que veía en la
red, pero en esta ocasión he tenido la oportunidad de visitar uno de ellos, el National
Museum of Mathematics, ¡el Momath en New York!.
Una pequeña plaza, en la calle 26, con puertas de cristal
cuyo asidero es un número pi color rojo que invitaba a divertirse, y eso hicimos…
nos colocamos nuestra placa de visitante para comenzar a sorprendernos en cada
rincón, porque pese a ser un espacio pequeño, a cada rincón merece la pena
dedicarle un rato.
A la entrada, Carmen se encontró con un cilindro de cuerdas
que de manera sencilla, la silla facilitaba el giro en sentidos opuestos, se podía formar un hiperboloide (de una hoja). Primer contacto con la geometría, que con un pequeño esfuerzo
transformó el cilindro en el hiperboloide.
(Para ampliar información sobre la construcción: Wikcionario)
Los coches caminaban por la cinta de Moebius cual si aquel
circuito no tuviese principio ni fin, los niños se sorprendían cuando el coche
recorría un lado y otro de la pista sin aparente cambio ni parada. Y es que
la superficie de aquel circuito tenía una sola cara y un solo borde (superficie
reglada, no orientable). Nuestro segundo contacto fue por tanto con la topología.
Comenzamos el momento juego, al acercarnos a las propiedades geométricas de aquellos extraños triciclos que era capaces de girar con ruedas distintas, de forma cuadrada, al girar por una superficie no plana. Si la rueda tiene forma cuadrada, supongo que una ecuación nos permitirá diseñar el suelo. Así nos acercamos al álgebra de una manera muy funcional, facilitando el desplazamiento. Esta calle se llama catenaria (cada uno de los lados elevados tiene la misma longitud que el lado del cuadrado)… un vértice, un cambio de pendiente, … este circuito circular permitía que el triciclo tuviese las ruedas de distinto tamaño delante y detrás, porque el propio circuito modificaba la longitud de la circunferencia por donde caminaban Carmen y Juan…
Los que me leéis de vez en cuando
o mis estudiantes, saben de mi afición por los espejos, pues en el Momath hay
unos cuantos espejos para hacer magia matemática. Los ángulos por los que se
unen varían dejando que al colocar las formas geométricas, la simetría y el color,
den sentido al espacio.
Pero no podemos hablar de espejos
sin hablar de anamorfismos, y es que pudimos juguetear con unos cuantos
colocando el cilindro sobre el papel. Haciendo que aquel hombrecillo serio se
pusiese a sonreír para nosotros. El anamorfismo no es más que una deformación
por un procedimiento óptico como es el espejo curvo, y es que el cine o el arte
se han aprovechado de las bondades de este procedimiento casi mágico.
¿Qué sucedería si sobre un
cuadrado ponemos color a nuestros pies?
En este caso el cuadrado se desmonta en formas irregulares que nos permiten jugar con las áreas de una manera súper divertida.
Y es que en el Momath, no hay edad
… encontrábamos personas muy diversas, jugando con los fractales o haciendo
preciosas teselas sobre el plano.
Pocos días después de esta visita
a New York, estuvimos en el Museo de Ciencias de Boston… esta visita os la contaré
en una entrada próxima.
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